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La cultura ciclista urbana hace algunos años que se está redefiniendo, con nuevos modelos de bicicletas diseñadas para circular exclusivamente en poblado, bicis eléctricas y otra opción que en los últimos años está cogiendo mucha fuerza: el bike sharing. Tanto el sector público como el privado están apostando con determinación por promocionar la bicicleta compartida y cada vez son más las personas que optan por ir en bici al trabajo o centro de estudios, desplazarse por su municipio, o simplemente, practicar un poco de ejercicio. Sin embargo, el aumento del parque de vehículos (coches, motos, autobuses, patinetes y bicis de varios tipos) conlleva más riesgos para todos los usuarios de la vía, especialmente para aquellos más vulnerables, de modo que conocer la normativa para ciclistas urbanos resulta fundamental para evitar accidentes y circular de forma segura. En este artículo de Wikidriver te contaremos por qué la movilidad compartida está en auge, así como de dónde proviene esta práctica que ahora está tan de moda. ¿Nos acompañas?
¿A qué se debe el éxito del bike sharing?
En los últimos años, las dinámicas de transporte han cambiado de forma sustancial y un número creciente de usuarios está reemplazando sistemáticamente los sistemas clásicos de transporte, como coches y motos, por vehículos no motorizados, como las bicis clásicas, eléctricas y bicis compartidas. Según un estudio del Barómetro de la Bicicleta del año 2019, en aquel año más de 3 millones de españoles utilizaban algún tipo de bici pública, y con la pandemia esta cifra ha aumentado exponencialmente. Pero ¿cuáles son los motivos que llevan a tanta gente a optar por las dos ruedas? A continuación, los repasaremos:
1. es beneficioso para el cuerpo: el uso de bicicletas compartidas promueve el ejercicio físico y los hábitos saludables
2. es un medio de transporte ecológico: al contrario que otros vehículos de combustión, las bicicletas no contaminan, algo muy apreciado en la actualidad con cada vez más personas preocupadas por el medio ambiente y por las soluciones de movilidad sostenibles
3. es una opción económica: los sistemas públicos de bici compartida son muy atractivos para el bolsillo del usuario al ser menos costosos que otros sistemas de transporte
4. permite ahorrar tiempo: a menudo una de las razones por las que abogan los usuarios del bike sharing es que les permite ahorrarse tiempo, evitando el tráfico en las carreteras y combinándolo con otros medios de transporte públicos
5. es práctico, accesible y fácil de usar: las bicicletas compartidas son una opción muy cómoda y accesible, ya que los usuarios pueden utilizar estos vehículos sin limitación de edad, sin tener que comprarlos y disponen de varios puntos de bike sharing en la ciudad para cubrir las distintas áreas del territorio; para usarlos, solo hace falta darse de alta en el sistema
A pesar de ello, los sistemas públicos de bicicleta compartida aún tienen margen de mejora según algunos expertos, ya que falta crear más quilómetros de carriles bici en las grandes urbes, desarrollar infraestructuras protegidas donde recoger y estacionar los vehículos como en Holanda, habilitar más puntos públicos de reparación de bicis con herramientas (una iniciativa que ya se ha puesto en marcha en el País Vasco), etc.
Los orígenes del bike sharing
Hemos estado hablando del éxito del bike sharing en la actualidad, pero ¿sabes de dónde procede? Lo que hoy en día nos es tan familiar y habitual (compartir una bici), hace apenas 50 años no lo era tanto. Como no podía ser de otra forma, las primeras bicis compartidas nacieron en 1965 en Ámsterdam y se bautizaron con el nombre de Witte Fietsen (Bicicletas blancas, pues las pintaron de este color para señalar que se trataba de bicicletas libres para quién quisiera usarlas), pero poco duró el invento: las bicicletas fueron robadas, lanzadas a los canales o confiscadas por la policía. Treinta años después, el empeño de los daneses intentó mejorar el sistema holandés restringiendo el uso del vehículo al pago de monedas, pero desgraciadamente la medida no fructificó y de nuevo las bicicletas fueron víctimas de robos y actos vandálicos.
Tan solo un año más tarde, en Inglaterra dieron con la solución y, al incorporar una tarjeta individualizada con una banda magnética que permitía rastrear la bici, se eliminaron los robos. El programa se denominó Bikebout y se aplicó a los estudiantes de la Universidad de Portsmouth, en el sur del país. En 1998, Francia se lanzó a incorporar la tecnología de banda magnética y RFID a sus bicis y, dado el éxito del sistema Vélo à la carte (Bici a la carta) en Rennes, el país empezó a despuntar en movilidad urbana sostenible y la iniciativa se replicó en Lión, París y otras localidades francesas, además de en países vecinos. En España la primera ciudad en implantar un sistema público y gratuito de préstamo de bicicletas fue Vitoria en 2004 y Barcelona lo hizo en 2007 con el sistema Bicing, convirtiéndose rápidamente en un auténtico boom. Le siguieron Madrid, Valencia y otras grandes ciudades del estado.
A nivel mundial, el bike sharing empezó en Washington (EE.UU.) en 2008 y lo mismo sucedió en Canadá, otras ciudades de América del Norte y del Sur, China, Londres y Australia. En los siguientes años, el sistema de bicicletas compartidas fue proliferando en muchas otras ciudades del planeta (especialmente en Asia, donde se concentran la mitad de las bicis mundiales).
El bike sharing actualmente
En 2020, el mercado de las bicis compartidas fue valorado en más de 3.000 millones de dólares y se estima que llegue a los 4.000 millones en 2026, según varias firmas internacionales de investigación de mercados.
Observando el mapa de Bike Share en el mundo (un mapa interactivo de las bicicletas compartidas a tiempo real) pueden situarse las bicis incluidas en los sistemas de alquiler ofrecidos por varias ciudades del mundo —aquellas que proporcionan datos actualizados. Si bien el mapa aún está en construcción y debe perfeccionarse, permite ubicar a gran parte de los sistemas de bike sharing más importantes del mundo y ver en tiempo real cuántas bicis disponibles hay, cuántos puntos de recogida y estacionamiento, además de porcentajes, rankings mundiales, etc. Entre la información que aporta, debemos subrayar cuatro datos destacados:
– el país con el sistema público más grande de bicicletas de alquiler es China, concretamente, la ciudad de Hangzou, con 40.686 bicis compartidas en el momento de la redacción de este artículo (octubre de 2021), seguida de Suzhou y Wuhan, con 39.051 vehículos
– en América del Norte encabeza la clasificación la ciudad de Nueva York, con 22.817 bicis compartidas, Toronto, con 5.401 y Washington DC, con 4.668
– en Europa el país con el sistema público más grande de bicicletas de alquiler es París, con 15.925 bicis compartidas, Holanda, con 13.410 y Londres, con 8.757 vehículos. Barcelona cuenta con 4.81 bicis y Valencia, con 2.503
– por países, España es el que tiene más programas independientes de alquiler de bicis. Así, a finales del año 2012 contaba con 132 programas en distintas ciudades, seguido de Italia, con 104 y Alemania, con 43
A juzgar por las cifras, los medios de transporte alternativos y sostenibles como las bicis compartidas y patinetes se están abriendo camino a pasos agigantados. Incluso están apareciendo nuevas soluciones de bicicletas que se alquilan en régimen de suscripción (es decir, de leasing), de modo que el usuario paga un precio al mes por tener una bici para su uso personal, con el mantenimiento y las reparaciones incluidas. Todo esto está cambiando la fisonomía urbana y muchas ciudades europeas y americanas están teniendo que apresurarse para redefinir su espacio y adaptarse a esta nueva realidad. Y es que la bicicleta es un medio económico, saludable, eficiente y ecológico, así que ¿por qué no te sumas tú también a la movilidad verde y te desplazas sobre dos ruedas?