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Ya hace décadas que el cine norteamericano se ha aventurado a imaginar escenarios futuristas en múltiples películas, apostando por ciudades de vanguardia altamente eficientes y con una sofisticada tecnología al servicio del ser humano. Uno de los elementos característicos de estos escenarios de película son los coches: a veces voladores, como en Regreso al futuro II, a veces automáticos, como en Minority Report y, en otras ocasiones, de diseño revolucionario, como en Yo robot. Pero más allá de lo que nos muestra la pantalla cinematográfica, ¿tenemos alguna pista de cómo serán los coches en las ciudades del futuro? ¿Es la movilidad urbana sostenible una de las respuestas que estamos buscando? ¿O quizás el car sharing? En este artículo de Wikidriver analizaremos las tendencias actuales y futuras del mercado automovilístico para intentar esbozar cómo serán los coches en unos años, así que, si tú también tienes curiosidad por saber qué aspecto tendrán los vehículos del futuro, te recomendamos que sigas leyendo.
Alternativas al uso de combustibles fósiles
Desde hace unos años, la industria del automóvil está investigando y explorando distintas opciones para no depender de los combustibles fósiles y desarrollar alternativas al motor de combustión. Así, experimentó con el gas (en concreto, con el gas licuado de petróleo -GLP- y gas natural comprimido -GNC-), pero finalmente no se implantó debido al poco apoyo institucional que tuvo, a pesar de ser menos contaminante.
Otra fuente de energía en que ha puesto el ojo recientemente el sector automovilístico es la electricidad, pero no solo para alimentar baterías, sino también para hacer funcionar grandes vehículos (camiones y tráilers) mediante cables suspendidos, tal como se hacía a principios del siglo XX con tranvías y trolebuses urbanos. Como sucede a menudo, el pasado es una fuente de inspiración para el presente y las soluciones de antaño se han evolucionado para adaptarlas a las necesidades actuales. Así, hace apenas cinco años la compañía germana Siemens construyó en Suecia la primera eAutopista (eHighway), por donde circulan camiones alimentados con la electricidad que les proporcionan los cables en altura a los que están conectados. En los dos años siguientes, Siemens repitió la fórmula de ecomovilidad en Carson (California) y en Frankfurt (Alemania), y este mismo verano el gobierno británico ha dado luz verde al proyecto de la firma alemana para construir la primera carretera electrificada del Reino Unido junto a dos socios más. Sin embargo, a pesar del éxito de esta nueva fórmula en distintas partes del mundo, se trata de un proyecto en fase experimental restringido a vehículos de gran tonelaje y que aún tiene que superar muchos escollos hasta llegar a implantarse a nivel global.
Lo que sí que sabemos es que, a día de hoy, la tecnología más exitosa como alternativa a los combustibles fósiles para hacer funcionar los automóviles es la energía eléctrica aplicada a baterías. Parece, pues, que el coche del futuro será eléctrico y de cero emisiones y las principales marcas del sector automovilístico ya han anunciado que dejarán de producir coches con motores de combustión para centrarse en la producción de vehículos eléctricos.
Otra de las tendencias en movilidad urbana que parece acentuarse cada vez más son los vehículos compartidos (el denominado sharing), ya sea de bicicletas (bike sharing), automóviles (car sharing) o motocicletas (moto sharing), según el informe de 2020 del Observatorio de la Movilidad Metropolitana (OMM), de modo que parece que caminamos más hacia un modelo de vehículo compartido que en propiedad.
Modalidades de coche eléctrico
Dentro del coche eléctrico existen dos modelos: el actual y el futuro. El coche eléctrico tal como lo conocemos hoy en día es un vehículo pilotado por un conductor con algunos puntos flacos, como la autonomía y su alto. La escasez de puntos de recarga sigue siendo un problema en algunas áreas del territorio, pero los esfuerzos gubernamentales para ampliarlos con el Plan MOVES y las iniciativas de ofrecer aparcamiento y recarga en parkings públicos como el de Parkeletric han dado sus frutos en los últimos años.
Entre el coche eléctrico y el vehículo híbrido enchufable, los principales productores europeos parece que se decantan por el segundo. Así, están apostando por los vehículos híbridos enchufables o Plug-in Hybrid Electric Vehicle (PHEV) como se llaman en inglés, ya que permiten utilizar tanto el motor eléctrico como el de combustión, según las necesidades de circulación y el estado de las baterías. Precisamente estas son otra de las debilidades del coche eléctrico, tanto por sus dimensiones (las actuales baterías de litio son muy grandes y pesadas), como por su velocidad de recarga.
Ante este problema, la industria del sector no se está de brazos cruzados, sino que ya está desarrollando alternativas a las baterías eléctricas, como las baterías de grafeno o las pilas de combustible. El grafeno, como el grafito, es un compuesto derivado del carbono que permite aligerar enormemente el peso del objeto fabricado con este material. Así, si se aplicara a las baterías conseguiría hacerlas mucho más ligeras y permitiría no solo recargarlas en un 80% en tan solo 7 u 8 minutos, sino también mejorar la autonomía del vehículo hasta los 600 y 1.000 km. Por su parte, las pilas de combustible utilizan combustibles sintéticos como el hidrógeno para almacenar y producir energía y podrían aplicarse no solo al transporte terrestre, sino también al marítimo y aéreo, que representan una parte muy importante de la contaminación mundial. Sin duda, el hidrógeno podría ser la energía del futuro, pero debemos hablar en condicional, ya que sus altos costes y la escasez de estaciones de recarga actuales (no llegan a 100 en Alemania, país líder en el desarrollo de esta tecnología) plantean aún bastantes interrogantes.
Otra posible solución al problema de las baterías eléctricas son los coches autorecargables, es decir, vehículos que se cargan solos sin necesidad de conectarlos a ninguna red de suministro. Existen varias formas de recargar un coche eléctrico y, aunque algunas de ellas deben perfeccionarse aún, permiten vislumbrar un futuro con coches autoabastecidos, energéticamente hablando. Entre las múltiples opciones de autorecarga encontramos la frenada regenerativa, los paneles solares, la inducción y las carreteras regeneradoras. La frenada regenerativa convierte la energía mecánica del coche en energía eléctrica para cargar las baterías, aunque la autonomía que este sistema brinda al vehículo es más bien limitada. Por su parte, los paneles solares colocados en el techo del automóvil permiten recargarlo mediante la energía solar, tal como hacen las placas fotovoltaicas ubicadas en viviendas particulares y edificios públicos.
A través de la inducción, un coche también puede recargarse sin ser conectado a ningún dispositivo: el vehículo se coloca sobre una superficie de inducción y, mediante el simple contacto con esta, se efectúa la recarga. Finalmente, el último método de autorecarga son las carreteras regeneradoras, un sistema más sofisticado aún que une los dos anteriores. En este tipo de carreteras, el automóvil se recarga mientras circula gracias a las características especiales de la calzada: en la superficie de la carretera se colocan pequeñas células solares altamente resistentes, que captan la energía del sol y la transforman en electricidad. Como en el caso anterior, a través de un sistema de inducción la electricidad se envía a las baterías de los vehículos que circulan por la vía y el coche se autorecarga. Encontramos ejemplos de esta tecnología en el proyecto Wattway del grupo francés Colas, dedicado a desarrollar soluciones de ingeniería civil.
Otras tendencias futuras: vehículos autónomos, realidad aumentada y coches voladores
Hasta ahora hemos hablado de las tendencias del sector automovilístico fijándonos, sobre todo, en el combustible y el tipo de motor que utilizan los vehículos. Pero, ¿qué otras novedades podrían incorporar los automóviles en un futuro no muy lejano? ¿sería posible una ciudad sin coches? Parece que, más que una urbe sin vehículos, lo más probable es que estos sigan circulando, pero de forma distinta y con un aspecto muy diferente al que estamos acostumbrados: desde coches sin conductor, pasando por la incorporación de la realidad aumentada, hasta soluciones de vehículos voladores.
Los coches autopilotados ya hace años que se apuntan como uno de los escenarios futuros; coches inteligentes que no necesitan conductor y que, gracias a la tecnología, son capaces de llevarnos a nuestra destinación. Ya existen varios prototipos, pero la conducción automatizada aún deberá superar algunos obstáculos para conseguir desbancar al clásico vehículo con conductor. Algunos de los problemas que presentan estos automóviles son la vulnerabilidad de sufrir ciberataques (es decir, que hackeen el sistema y tomen el control del vehículo, pudiendo desviar su trayectoria), la falta de seguridad en condiciones meteorológicas adversas, los altos costes de algunos de sus componentes, que pueden llegar hasta los 70.000 euros, y la despersonalización (o lo que es lo mismo, el hecho de que el coche esté pilotado por un robot y no por un ser humano genera desconfianza en el conductor, según varios estudios). Otra cuestión espinosa es la responsabilidad civil de los ocupantes de un coche autónomo en caso de accidente.
La realidad aumentada (es decir, la muestra de información en 3D) es otra de las innovaciones que podría presentar el coche del futuro. De aplicarse, la manera de conducir cambiaría radicalmente, así como la manera de ofrecer información al conductor o al resto de ocupantes del automóvil. Aunque los vehículos que incorporan realidad aumentada aún están en fase de experimentación, un gran número de fabricantes se ha interesado por esta tecnología y están intentando aplicarla a sus flotas. Así, encontramos prototipos de coches con realidad aumentada en el parabrisas; otros, con imágenes holográficas proyectadas directamente sobre la carretera (en lugar de mostrarlas en el parabrisas) e incluso algunos fabricantes están intentando convertir todos los cristales del automóvil en pantallas capaces de reconocer todo lo que sucede alrededor del vehículo, en lo que sería realidad aumentada a 360º.
Y, finalmente, no es tan descabellado pensar que en un futuro no muy lejano los coches (y motos) vuelen para descongestionar el tráfico y circulen por el espacio aéreo, junto con otros vehículos. Actualmente ya tenemos ejemplos de coches que pueden volar listos para ser comercializados como el PAL-V Liberty o el Pop.Up.Next, resultado de la colaboración de Audi y Airbus. Las motos tampoco escapan a la tendencia de circular por lugares hasta ahora imposibles, como bien muestra la Speeder, una moto voladora, principalmente de uso médico y militar (aunque también tiene versiones civiles) capaz de volar a 240 km/h y alcanzar los 4.500 metros de altitud.
A juzgar por las múltiples propuestas tecnológicas que hemos examinado, quizás los coches futuristas de los que hablábamos al principio del artículo no parezcan tan lejanos. ¿Cuál de ellos será el que finalmente triunfe? ¿o aparecerá otra tecnología aún más disruptiva que las que hemos analizado y revolucione aún más el porvenir del automóvil?