Cuando hablamos de micromovilidad hablamos de una movilidad de transporte que se da a través de vehículos ligeros (todos los que no excedan los 500 kg), como los patinetes eléctricos compartidos, los monopatines eléctricos, las bicicletas eléctricas, etc. Este tipo de transporte es una alternativa limpia que no solo se hace necesaria para combatir el cambio climático, sino que debido a su uso individual es necesario en estos días de distancias obligadas.
La imposición de las autoridades de mantener una distancia de seguridad prudente para evitar contagiarnos del COVID-19 ha supuesto un incremento en el número de ciudadanos que apuestan por moverse en bicicleta o patinete eléctrico en sus desplazamientos diarios. Incitados también por obtener un aire más limpio y unos niveles de tráfico mucho más bajos, cada vez son más personas las que se decantan por la micromovilidad como opción para desplazarse.
Tal ha sido el crecimiento de la micromovilidad, que en el mes de mayo el uso de la bicicleta se ha multiplicado por siete, la ocupación de los carriles bici ha crecido significativamente y la búsqueda de bicicletas en venta por Google se ha disparado un 138% desde que empezó el estado de alarma.
Y es que, además de las ventajas que comporta la micromovilidad, ciudades como Madrid y Barcelona disponen de una red de carriles bici y peatonales muy amplia y la opción de estaciones para bicis y patinetes que facilitan enormemente el desplazamiento. Además, cada vez es más fácil encontrar servicios de micromovilidad compartidos en los parkings, por lo que poder hacer uso de este tipo de vehículos es ahora mucho más eficiente y práctico.
En concreto en la ciudad condal, las grandes empresas están apostando por operar y desplazarse con vehículos eléctricos individuales para promover la micromovilidad. Es el caso de la empresa Geever, que se dedica a la distribución urbana y cuyos repartidores se mueven en patiente eléctrico. Colabora con Saba, que pone a disposición lockers para que repartan los paquetes desde el parking al domicilio del cliente.
Aun así, para hacer que la micromovilidad sea una movilidad de transporte más segura, las asociaciones de ciclistas han pedido a los ayuntamientos que se prohíba la circulación de turismos a más de 30 kilómetros/hora en las ciudades. También destacan la necesidad de que los ciclos de semáforo faciliten la circulación de bicis y patinetes eléctricos, y la necesidad de disponer de ayudas para la compra, revisiones y reparaciones de estos vehículos.
En cuanto a los vehículos compartidos, las empresas que ofrecen este tipo de servicios también afirman ser una alternativa eficaz y sostenible a poner en práctica en estos instantes. Sin embargo, son conscientes de las medidas de seguridad que deben seguir, y se comprometen a la limpieza frecuente de los vehículos compartidos, así como de las herramientas de trabajo que emplean, y a poner a disposición de sus usuarios para su seguridad: mascarillas, guantes y geles desinfectantes.
Así pues, con las medidas de seguridad pertinentes por parte de las empresas de vehículos compartidos y la ayuda del estado a las ciudades para aumentar las instalaciones de carriles y aparcamientos para bicis y patinetes eléctricos, la micromovilidad es una opción sostenible que fomenta la reducción significativa de las emisiones contaminantes en las grandes ciudades. También lo es para promover una movilidad sostenible, ya que el transporte representa un 25% de las emisiones contaminantes en las grandes ciudades, y el fomento de la micromovilidad comportaría una reducción significativa de estas emisiones.